25N: La violencia de ganar

Las mujeres seguimos trabajando para eliminar la violencia, en todas sus formas, de nuestras vidas.

La cultura patriarcal es el origen de las violencias machistas y debemos eliminarla, principalmente desde la educación y la prevención de ese tipo de conductas. 

Hoy en día, la educación que reciben muchos jóvenes aún se basa en la competitividad y agresividad para conseguir poder social, que dicta quiénes son vulnerables y sobre quiénes se puede ejercer la fuerza. Son sistemas de creencias que se inculcan en los más pequeños y que a la larga producen sentimientos de frustración en los hombres, porque sabemos que ganar, solo puede ganar uno y no siempre.

Tanto los campeones como los perdedores acaban pagando el fracaso personal o social con quienes reconocen como más débiles, las mujeres. 

Pero no sólo con nosotras, también con otros jóvenes, menores, personas ancianas, racializadas o con diversidad funcional…Cualquier motivo es válido cuando se trata de culpabilizar a los demás de nuestra baja autoestima.  

Todas las mujeres, todas las personas, podemos ser el objeto de su afán de victoria, todas el objeto de su conquista, todas el de su rabia por el fracaso.

Porque, además, las victorias vitales según el modelo que tenemos de masculinidad acaban siendo muy amargas, si se hacen a costa de renunciar a la propia humanidad, y por tanto ni siquiera los vencedores del sistema encuentran el bienestar emocional y la tranquilidad que esperaban. 

Hay que cambiar la educación de la competición por la de la colaboración, por enseñar lo que son situaciones de vulnerabilidad en lugar de personas vulnerables, que los niños entiendan que todas las personas tienen la misma dignidad y derechos. Que poder hacer algo no implica el derecho para ello. Que existen límites a nuestro comportamiento que no debemos franquear. Que el individualismo lleva al fracaso colectivo, que sólo la cooperación o ayuda mutua, desde la equidad, es la que nos puede llevar a una sociedad sin violencia, de convivencia y progreso, porque el ser humano parte de la premisa de la supervivencia gracias a la comunidad. Y solamente en una comunidad sana nos sentiremos todas seguras.

La violencia solo se podrá eliminar cuando el verbo ganar deje de conjugarse en solitario, cuando ganemos todas en lugar de ganar solo uno.